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Crónica Salamanca Los universitarios en la política

22-04-2024

Todos los ciudadanos tenemos la obligación moral de conocer, comprender y también comprometernos con la cosa pública, los asuntos que nos afectan a todos. Explicado de forma sencilla y resumida eso es la política. Lo cual exige que debemos estar bien informados sobre los asuntos que afectan al bien común, que tomemos decisiones de forma directa o indirecta sobre nuestro sistema democrático de gobierno respectivo, y que practiquemos en la vida cotidiana la responsabilidad de ser ciudadanos activos y críticos con los asuntos que afectan a todas las personas que nos rodean o aquellas que están más alejadas.
En consecuencia, todos los miembros que componen una comunidad universitaria pública, ya sean profesores, estudiantes o técnicos profesionales de los servicios de apoyo que requiere una universidad de nuestro tiempo, tenemos que cumplir con nuestro deber de ciudadanos desde nuestra posición particular, familiar, municipal o del Estado. El voto en las elecciones políticas que convocan las autoridades que nos gobiernan es una forma indirecta de tomar decisiones. El voto en las urnas cuando se convocan elecciones políticas y la presencia activa en diferentes asociaciones (sindicales, partidos políticos, grupos culturales, corporaciones profesionales, científicas, deportivas, entre otras), es expresión de salud democrática y de ciudadanía activa.
Existe otro plano interno propio de la universidad en el que se pide a los componentes de esta institución que participen también de forma responsable en la elección de sus representantes al claustro de gobierno, del rector, de los decanos, de los directores de departamento y de instituto de investigación, en las elecciones de representantes sindicales, en las de delegados de curso o representantes en órganos de gobierno. Es la plasmación de una participación activa y democrática en una institución de servicio público.
De forma muy visible ser hoy universitario, nos parece, es formar parte de una escuela de ciudadanía, enseñando y aprendiendo cada día entre todos los miembros de la institución, a cada paso e instante del que hacer universitario. De ahí que la misión educadora de la universidad sea irrenunciable, y nunca pueda quedar reducida a la enseñanza estricta y acrítica de los saberes y ciencias que justifican su existencia. Formar ciudadanos cultos y socialmente responsables, jóvenes con sentido social y cívico de su paso por la universidad y por la vida, es sin duda el gran quehacer formativo y político de la universidad. El filósofo Ortega y Gasset ya lo indicaba hace ahora casi cien años. La universidad debe ejercer su tarea política (no doctrinaria), porque es inherente a su ser, a una de sus misiones indiscutibles.
Pero existe, además, otro plano de la política en la que participan algunos destacados universitarios, que en realidad son una minoría. Nos referimos ahora de manera concreta a los universitarios que desempeñan tareas políticas específicas como concejales y alcaldes de ayuntamientos, como diputados provinciales, como procuradores y consejeros de las Comunidades Autónomas, como diputados al Parlamento nacional, al Senado, como subdelegados del gobierno en cada provincia (los antiguos gobernadores provinciales), como partícipes de muchas otras estructuras políticas dependientes de las administraciones públicas en diferentes delegaciones.
Considerando el nivel cultural medio de los españoles de este año 2024, bien podríamos afirmar que más del ochenta por ciento de los cargos públicos que conforman las administraciones del Estado (en sus tres grandes planos, central autonómico y local) poseen formación universitaria, acreditada en alguna de las muchas titulaciones posibles que definen el mapa de especialidades oficiales.
Platón, el histórico filósofo griego de hace algo más de 25 siglos, tan influyente en la filosofía y en el pensamiento occidental y mundial en centurias posteriores, incluyendo hasta nuestros días, en dos de sus obras capitales (La Republica y Las Leyes), y a lo largo de muy argumentados capítulos, explicaba que debían ser los filósofos quienes debían dirigir los destinos de su república ideal. Traducido el esquema interpretativo platónico a nuestro tiempo puede aceptarse que el filósofo griego sería partidario de una mayor implicación de los intelectuales, de las personas formadas al más alto nivel, en el gobierno de la república, en la dirección del Estado, desde sus muchas instancias, desde las escalas finales y más elevadas hasta las más básicas.
Este argumento pudiera chocar con una imagen de los políticos, lamentablemente muy extendida, que socialmente los define a veces como aquellas personas que acceden a la política para beneficio particular y no como deseo de colaborar en mejorar la vida cotidiana de los ciudadanos desde sus diferentes gobiernos de la administración pública. Los lamentables escándalos de corrupción que algunos políticos han provocado (siempre los hay a lo largo del tiempo) conducen a una desautorización del ejercicio de la política.
Sin embargo, en nuestra opinión son muchos más, muchísimos más, los concejales, alcaldes, diputados, senadores, gobernadores que hoy están comprometidos con el noble ejercicio de la responsabilidad política pública. Todo ello contando con una cada vez más importante presencia de catedráticos y profesores en cargos políticos, y desde luego de antiguos licenciados y diplomados universitarios en alguna de las diferentes escalas de las administraciones públicas.
¡Ojo! Conviene tener presente nuestra propuesta de reflexión cuando se aproximan elecciones políticas, y lo hacen de forma periódica en un sistema democrático como el nuestro.

José Maria Hernández Díaz
Universidad de Salamanca jmhd@usal.es
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